Los medios masivos de comunicación en El libro de Mormón, y el México contemporáneo



Una de las cosas que más impresionan de nuestro pasado prehispánico, es cierto estilo de pirámides. ¿Para que servía la pirámide del sol, en Teotihuacan? No tengo la más mínima idea: para adorar no sirve: llegas sudado y cansado para la ceremonia. Para dar un discurso desde arriba, el pueblo no te escucha ni con mi voz, de micrófono integrado. ¿Para gobernar y dar audiencia al pueblo? ¿Cómo? Una vez más, la inmensa mole de la pirámide del sol era todo, menos funcional, creo. Serviría como tumba real acaso, o como mero monumento, acaso. Yo tengo para mí que la pirámide del sol era un poquito como la Estela de Luz de Calderón: un monumento a la nada (o al poder militar, que no es lo mismo que nada, pero es igual), porque en realidad no veo cómo podría servir de algo. 

Y casi, casi, se puede decir lo mismo de “El Castillo”, en Chichén Itzá, salvo que allí el efecto sonoro lo salva: Llamas al dios con un aplauso, y él te responde con el grito del quetzal(cóatl). Nada más por eso, por la idea idéntica al simbolismo de la estrella de David, creo yo, se justifica la construcción de la pirámide del Castillo. En cambio, uno va a Tula, y ves un diseño acústico en la ciudad: una pequeña pirámide en el centro, rodeada de grandes construcciones, y si uno habla desde esa pequeña pirámide se escucha perfectamente en todas partes. 


Claro, estoy hablando de construcciones que están muy lejanas de los pueblos del Libro de Mormón, así que vayamos hacia el sureste mexicano. Cuando uno va a las tierras que habitaron los lamanitas (Xpuhil, sería mi ejemplo perfecto, pero igual está Tikal, o la pirámide del enano en Uxmal, o Cobá, cuyas pirámides se elevan sobre la selva), uno ve pirámides altísimas, de construcciones casi verticales, desde donde se podía hablar con claridad al Pueblo. En Xpuhil las escaleras son simuladas. Para subir a la parte superior de la pirámide uno sube por una escalera interior, a la que uno accede por un costado de la pirámide. Desde arriba uno tiene una vista impresionante y uno podría dar un discurso tipo rey Benjamín, y con ello entramos a nuestro tema. 

En el Libro de Mormón tenemos varias ocasiones en que se da la comunicación masiva. La primera conferencia general de los nefitas está registrada en 2 Nefi 6-10. Desafortunadamente no tenemos los detalles circunstanciales de cómo se dio, cuántos asistieron, la logística empleada para llegar a todo el pueblo. Solo sabemos que Nefi hace un paréntesis en su historia para compartirnos estas palabras de su hermano menor, Jacob. 

La segunda gran conferencia que tenemos fue al final del reinado del rey Benjamín. Y para este propósito él no solo hizo subir al pueblo “hasta el templo”, sino que “hizo construir una torre, para que por ese medio su pueblo oyera las palabras que él les iba a hablar.” (Mosíah 2:7). Con ello, creo, tenemos el primer empleo de los medios masivos de comunicación entre los nefitas. Construir una torre para hablar desde ella, para que las ideas de alguien llegue a todo el pueblo, es el equivalente de nuestras actuales torres de telefonía, radio y televisión. La analogía con el presente no es fortuita, y te pido que la mantengas en tu mente. La torre del rey Benjamín sería algo así como todas esas torres que están sobre el cerro del Chiquihuite, me imagino. 

Y después de eso, los nefitas se olvidan de hablar a la gente empleando los mass media, hasta la bien entrada la siguiente generación, que los usan casi al mismo tiempo los lamanitas y los nefitas.
Veamos primero a los lamanitas. En Alma 48: 1, 2, se lee: “Y aconteció que en cuanto hubo logrado Amalickíah el reino, empezó a incitar el corazón de los lamanitas contra el pueblo de Nefi; sí, nombró algunos hombres para que desde sus torres hablaran a los lamanitas en contra de los nefitas. Y así incitó sus corazones en contra de los nefitas…” Imagínate en el presente a un gobierno que emplea torres de comunicación para transmitir ideas en donde continuamente se habla mal de alguien para dividir a la nación e incitar a la nación a la ira. ¿Te cuesta trabajo imaginarlo? No, porque lo vemos todos los días: eso es lo que hizo Amalickíah, y eso es lo que hace el actual gobierno de México, donde se engaña a la población, se omiten los grandes errores de nuestro presidente, se nos pintan como grandes éxito lo que no es tal, y a los que se oponen al sistema se les dibuja en blanco y negro, como gente a la que sería muy bueno pasarlos por las armas: las autodefensas, los maestros que se manifiestan en contra, los 43 de Ayotzinapa y sus padres.
Lo que hacía Amalickíah, lo que hace actualmente el gobierno, era lavarles el cerebro a los lamanitas con ideas falsas para alcanzar un determinado propósito. ¿Cuál era ese propósito?: “pues había [1] endurecido el corazón de los lamanitas y [2]cegado sus mentes, y [3] los había incitado a la ira... Porque estaba resuelto, debido al crecido número de los de su pueblo, a subyugar a los nefitas y reducirlos al cautiverio.” (Alma 48: 3, 4).

¿Qué hace Televisa, Milenio, o, más específicamente, Joaquín López Dóriga, Adela Micha, Ciro Gómez Leyva, etc.? Endurece el corazón de la gente para que no veamos el dolor de los padres de los 43, ciega nuestras mentes, para que cuando alguien nos explique la verdad, no la creamos y, 3, divide al país, siembra la ira entre los mexicanos. Basta con leer un diario en la red, y ver cómo los comentarios están divididos, polarizados, llevados a la ira extrema. Los medios masivos de comunicación, tal como los empleaba Amalickíah era tan un lavado de cerebro, como lo es el que hacen las televisoras hoy día. Es adoctrinarnos y hacer que tomemos la mentira como verdad, y viceversa. 

Ahora veamos la manera que utilizó el capitán Moroni los medios masivos. Como todos sabemos: “Y sucedió que rasgó su túnica; y tomó un trozo y escribió en él: En memoria de nuestro Dios, nuestra religión, y libertad, y nuestra paz, nuestras esposas y nuestros hijos; y lo colocó en el extremo de un asta.” (Alma 46:12). 

La gran diferencia entre Moroni y Amalickíah es que éste engañaba, mientras que las tres primeras palabras del estandarte de la libertad nos llevan a esto: Recuerda quién eres, lo que te conforma como individuo, tus valores. Tomar consciencia de lo que estaba en juego en esa guerra era vital, porque eso sería el principal motor en esa guerra, y en esa guerra intervenían tres cosas: 1. Sus creencias religiosas: “nuestro Dios, nuestra religión”. 2. Sus compromisos sociales: “y libertad, y nuestra paz”. 3. Sus familias: “nuestras esposas y nuestros hijos”. La religión del capitán Moroni, me queda muy claro, era una religión de lucha social. 

De nuevo, si ondeara hoy día el estandarte de la libertad en todas las capillas, más de uno batallaría para aceptar el punto dos, porque entre los SUD nos hemos comprado esa idea de que no debemos meternos en política ni debemos tener compromisos con nuestra sociedad, con nuestro país.
Si el capitán Moroni viniera hoy y te preguntara qué has hecho en cuanto al punto dos para proteger tu libertad y la futura paz de tus hijos, ¿qué le dirías acerca de cómo percibes al doctor Mireles, a Nestora Salgado, a Felipe Álvarez, ¿podrías sostenerle la mirada? No hablo del apoyo que das a los movimientos que se rebelan en contra de la dictadura del PRIANRD, sino simplemente de cómo los percibes. 

Allí están las dos realidades, hoy por hoy: las torres de los medios masivos, y el estandarte de la libertad. ¿A cuál decides seguir?

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